No soy el único en este país que adora el juego de Carlos Jiménez. Algunos dicen que es limitado, que nunca ha sido un referente anotador, que nunca ha ganado nada importante con sus clubes…
Que sí, que todo lo que algunos quieran, pero Carlos Jiménez es un ejemplo para los jugadores que llegan a tirar alguna vez a la canasta. Su sacrificio constante ha servido para llenar muchos espacios periodísticos, pero lo que refrendó a los 35 años este domingo pasado ante el Valencia es de escándalo.
Llega a todas las ayudas. Defiende a cualquiera. Si tiene que lanzar, lo hace. Cada vez tira mejor de tres. Puede penetrar. Sabe jugar en el poste bajo. Es inmenso en las zonas tanto en cabecera como abajo. Rebotea como un depredador en la zona. Siempre está con confianza. Mantiene sangre fría en el campo. Reconoce sus errores y las faltas que comete. Se muestra educado ante los árbitros. Siempre ayuda al compañero. Nunca pone una mala cara.
Cuando algún jugador se me ha quejado sobre su rol o su relevancia en el campo, siempre he pensado en contestarle esto: “Si alguna vez te pareces en el blanco de los ojos a Carlos Jiménez, hablamos”. Este domingo en el Palacio de los Deportes en varias ocasiones expresé que este alero (o escolta o ala-pívot o pívot o base) era “Dios”.
Bajo mi punto de vista, cometió un error en 2005 al expresar públicamente que quería irse del equipo estudiantil al Real Madrid. Se echó en su contra a su afición (la cual siempre le quiso) y no consiguió el reto de jugar con la elástica blanca porque el club de Chamartín no puso toda la carne en el asador (el grande siempre marca los tiempos y las formas). Recuerdo que firmó su mejor campaña en la 2005/2006 a pesar de la inestabilidad del equipo en la tabla y de su estado de ánimo (pitado por un sector amplio de la grada colegial). Defraudado, en el verano de 2006 eligió Málaga como destino y allí cumplió cinco temporadas de más a menos. Ahora que ha vuelto con Pepu al Estu, su juego ha recuperado la energía y parece que los años no pasan por él. Que no tosa Jiménez esta temporada, porque si no el Estu cogerá una gripe. Salud para él ante todo.
Como aficionado al baloncesto y periodista, ciertamente volví a percibir esa pasión por el baloncesto puro que representa Jiménez. La modestia como principio.